domingo, 2 de febrero de 2014

Reseña: La testigo



Título: La testigo
Título original: The witness
Autor: Nora Roberts
Editorial: Plaza & Janés
Año de publicación: 2013
Edición: ebook
Número de páginas: 512
ISBN: 9788401343766


Sinopsis
Una noche de verano, Elizabeth Fitch falsifica un carné de conducir con la edad necesaria para que la dejen entrar en la discoteca Warehouse 12. Su vida cambiará para siempre cuando conozca a Ilya Volkov, el hijo del dueño del local, el capo de la mafia rusa en Chicago.
 



Opinión personal

Nora Roberts es una de las mejores autoras de novela romántica de la actualidad (aunque la señora lleve escribiendo desde el 81), y eso se conoce bien entre los entendidos y los aficionados a la novela romántica. Dicen las malas lenguas que las novelas que escribe últimamente han perdido mucho, que no son tan buenas como lo eran antes, que los romances no enganchan, no enamoran. 
Pues bien, puede que no sea de las que más la ha leído, pero llevo ya un par de libros de Nora contando con este, algunos de ellos de la “etapa antigua” por decirlo de alguna forma, y no sé de dónde se han sacado eso. La gente debería grabarse a fuego en la sesera que: primero, no todas las novelas de un autor van a ser en la misma línea y van a resultar de 5 estrellas, y segundo, que los escritores no son perfectos. La perfección no existe. Y si contamos con que esta señora carga a sus espaldas con más libros que dedos tenemos entre cinco personas (no los he contado todos, porque son un puñado y yo soy muy vaga), veo difícil que todos vayan a ser obras de arte. Por el amor de una madre, a muchos no nos daría el cerebro para escribir tanto como escribe Nora. Calm the hell down, people. 

Reprimendas aparte, vamos a lo que vamos.
Nos encontramos con una novela dividida en cuatro partes, cada una de ellas centrando el punto de vista en un personaje. La primera parte transcurre por completo en el pasado, poniéndonos en antecedentes de lo que le pasó a Elizabeth, y las otras tres en lo que podríamos llamar “el presente” de la novela.

Elizabeth, nunca Liz, Fitch es un robot hecho a imagen y semejanza de su madre, la perfecta doctora Susan L. Fitch, o eso le gustaría a esta. Es guapa, atlética, muy brillante, y pronto entrará en la carrera de Medicina a la temprana edad de dieciséis años. 
Pero si hay una cosa que no es Elizabeth es feliz. No quiere ser un cerebrito, no quiere ser perfecta, no quiere ser médico, y no quiere tener toda su dichosa vida planeada hasta el más mínimo detalla (por Dios, si la madre le restringe hasta la música que debe escuchar). Quiere ser libre, vestir como le dé la gana, salir con quien ella quiera, hacer lo que ella quiera, y usar sus enormes conocimientos informáticos para entrar en el FBI y dedicarse a combatir los delitos informáticos (HACKERS, YUJU).

Un día decide rebelarse y cortar por lo sano. Aprovechando que su madre se va a una convención, se corta el pelo, se tinta, y se va de compras. Sí, lo primero que hace con la libertad que piensa conseguir, es ir al centro comercial. ¿Por qué? Porque hasta la ropa se la escogía su madre. En el centro comercial se topa con una antigua compañera de clase, con la que en realidad no tuvo nunca relación, pero con la que acaba “congeniando” de algún modo. Y digo “congeniando” porque las habilidades sociales de Elizabeth son comparables a las de la doctora Brennan y el agente Grant Ward juntos (vale, puede que ni sepáis quiénes son. Shame on you, pero haceos a la idea de que prácticamente cero). 
Julie quiere irse de fiesta y Elizabeth, a cambio de que le enseñe lo que debería comprar, le promete conseguir unos carnets falsos para entrar en el club de moda de la ciudad. Ya hemos dicho que Elizabeth es un genio de la informática, así que no será tarea difícil.

Necesitó varias horas y tres intentos para sentir que había hecho algo que superaría la comprobación en un club nocturno. En realidad creía que podría incluso pasar una prueba más rigurosa de la policía. Pero esperaba que las cosas no llegaran a ese extremo.


Jamás habría pensado que algo tan nimio como falsificar unos carnets para poder entrar a un club, divertirse y beber unas copas, iba a convertirse en su perdición y la de su nueva amiga Julie. A partir de esa noche, su vida se convertirá en un infierno, y se verá obligada a esconderse.

Y doce años después, en un pueblecito de  las montañas de Ozark, la perfecta burbuja protectora casi-más-bien-bunker en el que vive se tambaleará cuando cierto atractivo jefe de policía decida averiguar los secretos que oculta la preciosa y misteriosa mujer que vive en una cabaña magníficamente protegida en el bosque. Porque esa mujer tan reservada apenas habla con la gente o baja al pueblo, tiene un perro del tamaño de un caballo, la casa mejor protegida que ha visto, y una compañera inseparable a la cadera: una pistola. A Brooks, todo eso le huele a cuerno quemado. Abigail Lowery esconde algo, o huye de algo o alguien, y él está decidido a averiguar de qué se trata y a protegerla en caso de que las cosas se pongan feas (que tampoco es que lo necesite, ella sola se basta).

¿Tienes que recordarle al perro que soy un amigo tuyo cada vez que te bese? ―le preguntó cuando ella hubo abierto la puerta.
― No a menos que le dé una orden distinta.
― Vale.
Esa vez le puso las manos en las caderas y se arrimó a ella. Le capturó la boca mientras sus manos ascendías por su cuerpo, despertaban nervios, avivaban necesidades.

Abigail está decidida a ocultarse lo mejor que pueda, a sobrevivir (porque eso no es vivir), y eso incluye no dejar entrar a nadie en su vida. Porque eso podría suponer bajar la guardia y que la encuentren, o lo que es peor, perder a alguien más, algo por lo que no está dispuesta a pasar de nuevo.
Pero Brooks es un hombre curioso por naturaleza y profesión, perseverante, y con el firme propósito de enamorar a Abigail Lowery y que esta se permita confiar en él.

Durante 500 páginas nos enamoraremos perdidamente de Brooks Gleason (y no, no tiene que ver nada que sea un poli. O bueno, igual un poco), y también de la complicada Abigail (es tan tierna con su habla a lo robot y sus pésimas habilidades sociales que dan ganas de darle un achuchón. Lo que no quita que de vez en cuando nos riamos un poco a su costa). Pero mientras vivimos con ellos la historia de amor que poco a poco van desarrollando, no nos olvidaremos del peligro que acecha a Abigail tras una esquina, algo que hará que nos mantengamos un tanto en vilo durante toda la novela, hasta que todo llegue a su inevitable final.

Puntuación

Repetirías (5/6)




La testigo mezcla a la perfección suspense y romance, como casi todo, si no todo, lo que escribe Nora. 

La historia de amor es el eje central de la novela una vez pasamos la primera parte en la que está dividida, pero en ningún momento olvidamos que la espada de Damocles está colgando sobre la cabeza de la protagonista por más medidas de seguridad casi perfectas que ésta desarrolle. La intranquilidad por lo que pueda pasarle a ella si la descubren no nos abandona en ningún momento, y eso me ha gustado mucho. Me gusta el suspense, y me gusta que cuando en una sinopsis se habla de este, que cuando la gente hace una crítica y planta la pegatina de “suspense” en ella, sea suspense del de verdad, del constante. No ese suspense chapucero que dura cinco o seis páginas mal contadas y luego se esfuma igual que ha venido.
Además tiene toques de humor que son muy bienvenidos, y la dinámica entre ellos dos es estupenda una vez llegan a confiar el uno en el otro.

Interesante. Muy interesante. A lo mejor deberías haber apuntado a la CIA.
― No despertó mi interés. Creo que esperarán que altere mi aspecto de algún modo para el encuentro. Debería bastar con esto, junto con algunos cambios con el maquillaje y algo de relleno. Pechos más grandes.
― No puedes equivocarte con pechos más grandes.
― Creo que mis pechos naturales son más que suficiente.
― Vamos a ver. ―Ahuecó las manos sobre ellos, reflexionando―. Más que suficiente.
― Obsesionarse con el tamaño del pecho es tan estúpido como hacerlo con el del pene.
― Creo que mi pene es más que suficiente ―replicó Brooks. Abigail rió y se volvió hacia el espejo-. Supongo que no vas a comprobarlo para asegurarte.
― A lo mejor más tarde.


Si tengo que ponerle un pero a La testigo, es que la resolución de todo el asunto con los Volkov, si bien por una parte es original y bien pensada, por otra me ha parecido de lo más sencilla. No sé, conforme se acercaba el final esperaba algo de drama dramón, no un corte limpio.



1 comentario :

  1. QUÉ GENIAL ERES. xDDDDDDDD No he leído nada de esta buena mujer, pero es que no me llama ninguno lo suficiente. Me has picado un poquito, pero meeeeh. No sé.

    LA FRASE DEL PENE. JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA

    Muac.

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