Reseña: The Giver I. El Dador de recuerdos

¡Buenas noches pitufines!

Título: The Giver
Título en castellano: El Dador de recuerdos
Autora: Lois Lowry
Editorial: Everest
ISBN: 978-84-241-3584-3
Fecha de publicación: 2009
Encuadernación: Tapa dura con solapas
Número de páginas: 238

Sinopsis: Diciembre es el mes en el que se celebra la Ceremonia anual en la que los Doce reciben sus asignaciones vitalicias determinadas por el Comité de Ancianos. Pero Jonás, un niño que cumple doce años, ha sido elegido para algo muy especial. Cuando su elección le lleva ante el más honorable de los Ancianos –el Dador–, Jonás comienza a darse cuenta de los oscuros secretos que subyacen tras la frágil perfección de su mundo.

El Dador de recuerdos es el primero de los libros de la exitosa saga “The Giver”. Para que os hagáis una idea, os dejo algunos datos:

<< Más de 5 millones de ejemplares vendidos en todo el mundo>>
La Medalla Newberry. La American Library Association lo incluyó como “El mejor libro para jóvenes adultos”, “Notable libro de niños” y “100 libros más frecuentemente cuestionados de 1990-2000”.

Desde la primera página conoceremos a Jonás, un joven que cumplirá doce años en poco tiempo, y está preocupado por la ocupación que se le asignará. El “mundo” en el que vive Jonás tiene sus propias normas, y esas normas traen consigo el sometimiento de la población, y una absoluta ignorancia. Para que nos hagamos una idea sobre ese extraño mundo, comunidad o como lo queráis llamar en el que habita Jonás, hay una serie de cuestiones que se han de cumplir a rajatabla:

Cada mañana, todo el mundo tiene que contar ante su familia lo que ha soñado, sea lo que sea. Y ese sea lo que sea, está puesto a propósito, porque hay un momento en el libro en el que Jonás sueña con su amiga Fiona, un sueño que le despierta ciertos instintos, por decirlo de alguna manera. Cuando él se lo cuenta a sus padres, ellos inmediatamente le dan una pastilla “para los ardores”.
Está completamente prohibido mentir, desperdiciar comida y hasta el contacto físico está mal visto, entre otras muchas cosas.

Jonás está acostumbrado a vivir de esa manera. Su situación cambia cuando se convierte en un Doce. En ese momento tendrá lugar una ceremonia en la que a Jonás se le asignará su misión: él será el Dador… En ese momento, se le concede el mejor de los regalos, no es algo físico, es algo que procede de muchas personas a la vez, él almacenará los recuerdos del mundo entero.

Ahí es cuando el chico empieza a descubrir hasta qué punto están todos “ciegos”. Él tendrá ahora una serie de privilegios, y esos privilegios le harán darse cuenta de lo dura que es la realidad a veces…
Las personas no tienen recuerdos, han perdido los colores y todo lo que les rodea es gris, son mezquinos, mentirosos y fríos. Jonás querrá cambiar todas esas cosas, pero no va a ser fácil…

El libro en sí resulta un poco raro al principio, sobre todo cuando uno se da cuenta de todas esas cosas que “no se pueden hacer” y otras que “se deben hacer”.  Es muy difícil resumir o hacer una reseña de este libro, al menos para mí.
No vais a atrapar la esencia del libro a menos que lo leáis vosotros mismos, eso fue lo que me sucedió a mí. Cuando lo acabé me inundó un sentimiento de calidez, sobre todo cuando recordaba a Gabi, el pequeño que vive en casa de Jonás y que está condenado a ser liberado. A pesar de esto, hay algo totalmente opuesto, y es que las relaciones que hay entre los protagonistas son realmente frías, no hay calor de hogar, no hay amor, no sé cómo explicarme…
Disfruté mucho con este libro. Me llamó mucho la atención más que nada la portada. Pero cuando lo leí, me sentí muy contenta por haber reparado en él, porque mereció la pena.

No hay amor entre chico y chica, la temática discurre por un camino totalmente opuesto que vale la pena recorrer. Hubo momentos en los que me enfadé y mucho, a veces sentía incluso impotencia. Su historia me atrapó a base de bien y me sumergí totalmente en ella.

La recomiendo, por supuesto, a todo tipo de lectores, desde los más jóvenes hasta los más entrados en años. Sin duda no dejará a nadie indiferente.

 El personaje de Jonás es pura inocencia, un chico altruista que su beneficio es lo último que busca y que realmente sufre porque la gente no puede compartir momentos tan mágicos como un paseo en trineo o el arrullo del sonido del mar. Eso me conmovió muchísimo.

Su cara hendía el aire helador cuando inició el descenso, a través de la sustancia llamada nieve, en un vehículo llamado trineo, que avanzaba sobre algo que entonces supo sin sombra de duda que eran los patines.   Abarcar todas aquellas cosas mientras descendía velozmente no le impidió del intenso gozo que le invadía: la velocidad, el aire fino y frío, el silencio total, la sensación de equilibrio y emoción y paz.

El libro es bastante corto, y la agilidad con la que se narra la historia es sorprendente, en ningún momento me resultó pesado, al contrario, deseaba tener tiempo libre para perderme en sus páginas. Puedo decir que me divertí, de una forma especial, leyendo este libro.

Su bien merecida nota es:

Hasta el envoltorio

Por eso, quiero agradecer de corazón a la editorial Everest que me enviara este libro.
Si digo que me encantó es quedarse corta. Su historia atrapa al lector, lo hipnotiza y lo introduce en un mundo diferente, donde las personas son incapaces de algo tan simple y hermoso como la capacidad de sentir. 

Siempre aprendo algo nuevo con cada libro, y con este en concreto, aprendí que la humanidad es afortunada por todo lo que tiene, por su capacidad de amar y de ser amada y porque somos conscientes de ello.

En breve encontraréis la reseña de la segunda parte “En busca del azul” colgada en el blog.

Un beso y que disfrutéis mucho de esta lectura si os animáis

Claire